Salutación apostólica

1. Una mera carta privada, casi una esquela; pero sin embargo una joya de la Sagrada Escritura. Tal es esta Epístola, escrita por S. Pablo en Roma, por el año 63. Su objeto es interceder por el esclavo Onésimo que había huido de la casa de su amo Filemón de Colosas. La huida contribuyó a salvar el alma del fugitivo que se hizo esclavo de Jesucristo y entonces volvió voluntariamente a su dueño, sin preocuparse de la servidumbre material pues ya era libre en el alma, según lo que Pablo enseña en 1 Co. 7, 20-24. La carta es un documento clásico para demostrar la posición de la Iglesia primitiva respecto de los esclavos (Tt. 2, 9 s. y nota). “Filemón, el destinatario de la epístola, parece haber sido uno de los principales cristianos de la ciudad, dado que en su casa tenían los fieles sus reuniones; por otra parte, es llamado colaborador del apóstol, es decir, uno de aquellos que le prestaron ayuda en la difusión del Evangelio. Seguidamente son nombrados: Apia y Arquipo. La primera es llamada hermana, en la acepción cristiana de la palabra; el segundo, compañero de armas en el trabajo del apostolado y la predicación (2 Tm. 2, 3), parece haber sido el jefe (Col. 4, 17) o por lo menos uno de los jefes de la comunidad que tenía sus habituales reuniones en casa de Filemón. Aunque del mismo texto no pueda deducirse con seguridad, algunos han unido a estas tres personas con vínculos más estrechos, haciendo a Arquipo hijo de Filemón y Apia. Sostienen también unánimemente los comentadores, que la Iglesia a que se hace aquí referencia es la Iglesia de Colosas, ciudad de Frigia, evangelizada por los discípulos del Apóstol; en efecto, en la carta a los Colosenses, escrita en esta misma época, aparecen nombradas las mismas personas que en la nuestra, y en tratándose de Onésimo, se dice que es de dicha ciudad y que acompaña al portador de la carta Tíquico, (Col. 4, 7 ss.) llevando a su vez, concluimos nosotros, la carta comendaticia para su dueño” (Primatesta).
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Philemon

1Pablo, prisionero de Cristo Jesús, y el hermano Timoteo, al querido Filemón, colaborador nuestro, 2y a Apia, la hermana, y a Arquipo nuestro compañero de armas, y a la Iglesia que está en tu casa: 3gracia a vosotros y paz, de parte de Dios Nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.

Elogio de Filemón

4Doy gracias a mi Dios, haciendo sin cesar memoria de ti en mis oraciones, 5porque oigo hablar de tu caridad y de la fe que tienes para el Señor Jesús y para con todos los santos; 6a fin de que la participación de tu fe sea eficaz para que se conozca todo el bien que hay en vosotros en relación con Cristo. 7Tuve mucho gozo y consuelo con motivo de tu caridad, por cuanto los corazones de los santos han hallado alivio por ti, hermano
7. He aquí una bella y lapidaria fórmula para honrar la caridad de un cristiano.
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El apóstol intercede por Onésimo

8Por lo cual, aunque tengo toda libertad en Cristo para mandarte lo que conviene, 9prefiero, sin embargo, rogarte a título de amor, siendo como soy, Pablo, el anciano y ahora además prisionero de Cristo Jesús
9. Suplicar en vez de mandar es norma apostólica de S. Pablo (2 Co. 1, 23) y de S. Pedro (1 Pe. 5, 2-3), pues ellos mismos nos enseñan a ser libres en Cristo (1 Co. 12, 2 y nota). Véase 1 Ts. 2, 11; 2 Tm. 2, 24; 2 Co. 10, 8 etc.
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10Te ruego, pues, por mi hijo Onésimo, a quien he engendrado entre cadenas
10. Engendrado entre cadenas: bautizado por el Apóstol que estaba en la cárcel.
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11el cual en un tiempo te fue inútil, mas ahora es muy útil para ti y para mí
11. Alude a la significación del nombre de Onésimo, que quiere decir “hombre útil”.
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12Te lo devuelvo; tú, empero, recíbelo a él como a mi propio corazón. 13Quisiera retenerlo junto a mí, para que en tu nombre me sirviese en las cadenas por el Evangelio; 14pero sin consultarte no quise hacer nada, para que tu beneficio no fuese como forzado, sino voluntario. 15Quizás por esto él se ha apartado por un tiempo, a fin de que lo tengas para siempre, 16no ya como siervo, sino más que siervo como hermano amado, amado para mí en particular, pero ¡cuánto más para ti, no solo en la carne sino en el Señor!
16. Como hermano: No nos enfurezcamos con nuestros siervos, sino aprendamos a perdonar sus faltas; no seamos siempre ásperos, ni nos ruboricemos de vivir con ellos si son buenos (cf. Dt. 12, 18). Cualquiera que haya visto, a la luz de la Sagrada Escritura, como la única amistad durable es la que se funda en la comunidad de espíritu (Si. 6, 16; 13, 19 s.; 25, 2; 37, 15; 40, 23 y notas) y cuán deleznable es la que solo se funda en la carne y sangre (Mt. 10, 36; 12, 48; 13, 57; Lc. 12, 52; Jn. 7, 5 etc. y notas) comprenderá muy bien que S. Pablo estuviese tan seguro de esa fraternal intimidad en Cristo que debía reinar entre amo y siervo (S. Crisóstomo).
17Si pues me tienes a mí por compañero, acógelo como a mí mismo. 18Si en algo te ha perjudicado o te debe, ponlo a mi cuenta. 19Yo Pablo lo escribo con mi propia mano; yo lo pagaré, por no decirte que tú, tú mismo, te me debes
19. Filemón se debe todo a S. Pablo, que lo convirtió al cristianismo. Por lo que es ilusorio apuntar algo en la cuenta, dice con buen humor el Apóstol. De mi puño: Él dictaba sus cartas, y solo escribía por excepción, lo que ha hecho pensar que la enfermedad que lo aquejaba (2 Co. 12, 7) fuese quizás oftalmía.
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20Sí, hermano, obtenga yo de ti gozo en el Señor, alivia mi corazón en Cristo. 21Te escribo, confiando en tu obediencia, sabiendo que harás todavía más de lo que digo
21. Harás todavía más: El Apóstol sabe que Filemón, por ser su hijo espiritual, no solo recibirá a Onésimo como hermano sino que también le pondrá en libertad. Cf. Ex. 21, 1-5; Dt. 15, 12-18.
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22Y al mismo tiempo prepara hospedaje para mí; pues espero que por vuestras oraciones os he de ser restituido.

Saludos y bendición

23Te saluda Epafras, mi compañero de cautiverio, en Cristo Jesús, 24y Marcos, Aristarco, Demas y Lucas, mis colaboradores. 25La gracia del Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu. Amén.

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